Después de los millennials, ¿qué busca la Generación Z?
Los millennials, conocidos también como Generación Y, están dando paso a una nueva línea de jóvenes: la Generación Z. Son nativos digitales, creativos e idealistas, y las empresas se esmeran por entender su comportamiento, aunque muchas veces no lo consiguen.
Si los Y nacieron en los año 80, en un entorno de bonanza económica, y se enfrentaron a una gran crisis mundial que les hizo plantearse los valores existentes, la GenZ está formada por los nacidos entre 1995 y 2009, es decir, en plena crisis económica. Para ellos las decisiones tradicionales no siempre son garantía de éxito.
La tecnología para educarse
Pero una de las características más destacadas de los jóvenes Z es que son nativos digitales, es decir, que las nuevas tecnologías e Internet han estado presentes siempre en sus vidas. Y eso tiene consecuencias en su modo de aprender, pues están acostumbrados a hacerlo por sí mismos, sin la ayuda de padres o profesores. Son autodidactas, aunque en sus relaciones prefieren el trato directo.
Otra de las ventajas de su condición de nativos digitales es que pueden adaptarse muy rápidamente a los cambios en sus puestos de trabajo, y no solo en el aspecto tecnológico, porque suelen ser abiertos y también respetuosos con las ideas y los estilos de vida de los otros.
Según un estudio reciente de MIllennial Branding, quienes corresponden a la Generación Z no tienen tantos títulos como sus predecesores, los Y (a quienes, dicen, la hiperformación no les fue tan bien). Ellos abandonan las universidades y reclaman un puesto en la sociedad. La educación para ellos es importante como un medio, pero no como un fin.
Caprichosos vs auténticos
Se mueven por vocación y cuando entran en el mundo laboral no entienden de jerarquías. Llegan bien preparados a las empresas, mentalizados para el éxito (aunque según un informe de Universum, los GenZ se muestran preocupados por encontrar un empleo que esté en consonancia con sus valores). Presentan un espíritu muy emprendedor, son creativos, abiertos de miras e inteligentes, pero muchas veces, bajo el prisma de un Y, sus sucesores son pocos constantes y caprichosos.
Las empresas a veces tampoco parecen entenderles. “Malcriados”, les dicen en ocasiones, o les critican por desistir con facilidad o por no comprometers. Lo que ocurre es que a los Z les atraen cosas distintas: para empezar, anteponen la felicidad al dinero, y ese es el motor que hay tras sus decisiones, que sus mayores juzgan a menudo como inconsistentes.
Consumidores responsables
Prefieren las ciudades, las marcas con las que identificarse (y amar, más allá de la eficacia del producto). A la hora de realizar una compra, además, exigen un comportamiento ético a las empresas: influyen factores como el lugar de fabricación o el respeto con el medioambiente y la sociedad, cuestión que tienen muy en cuenta, pues están preocupados con el planeta y la humanidad en general. Muchos de ellos son voluntarios en alguna organización.
Aunque son menores, adolescentes, ya tienen un papel en las decisiones de compra de su familia, ellos mismos compran más online y están muy preocupados por la información del producto y de las compañías.
¿Se adaptarán las empresas a la Generación Z?